martes, 26 de febrero de 2013

LA CONCIENCIA DEL PAPA *

Quien lea una y otra vez la Declaratio  de Benedicto XVI el 11 de febrero pasado no puede menos que detenerse en la frase "Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino." 

Considero que esto es el núcleo de la Declaratio. La razón de su renuncia no hay que buscarla en los vatileaks, ni en la dificultad de poner orden en la curia romana ni en otras circunstancias externas por más extenuantes o serias que sean.  Aquí,  el obispo de Roma está diciendo que renuncia porque se lo ordena su conciencia. 

Pero, legítimamente podemos preguntarnos: ¿qué es la conciencia?.¿Qué entiende el Papa por conciencia?

Lo primero que se ha de notar es que en varias ocasiones Ratzinger afirma  que quien le enseñó qué es la conciencia fue el Cardenal John Henry Newman.   Por ejemplo, en 1990, siendo Prefecto de la fe, afirma:«Para nosotros, en aquel tiempo [1946], la enseñanza de Newman sobre la conciencia llegó a ser una base importante del personalismo teológico, cuyo diseño se nos ofrecía equilibradamente. Nuestra imagen del ser humano, al igual que nuestra imagen de la Iglesia, quedaba penetrada por este punto de partida.»   Y continúa diciendo que  «precisamente porque Newman interpretó la existencia del ser humano a partir de la conciencia, esto es de las relaciones entre Dios y el alma, quedaba claro que este personalismo no es individualismo, y que estar obligado por la conciencia no significa ser libre para hacer elecciones al azar, sino que es justo al revés.» (Elogio del Cardenal Newman)

Lo que Newman le enseñó al joven seminarista Joseph Ratzinger fue que  «libertad de conciencia, no equivale a tener derecho "a prescindir de la conciencia, a ignorar al Legislador y Juez, a ser independiente de obligaciones invisibles".»

Mas sorprendente aún, en retrospectiva, es su afirmación de que gracias a Newman comprendió, ya en ese entonces, que la conciencia es la base de  la autoridad del Obispo de Roma:   «la conciencia en su verdadero sentido es la piedra angular de la autoridad papal; su poder procede de una revelación que completa la conciencia natural, la cual está imperfectamente iluminada, y "la defensa de la ley moral y de la conciencia es su razón de ser". No necesito mencionar explícitamente que esta enseñanza sobre la conciencia ha llegado a ser cada vez más importante para mí en el desarrollo continuo de la Iglesia y del mundo.» (ibid)

Esta misma idea -conciencia y su relación con la autoridad papal-  es retomada por Benedicto XVI en el año 2010 en ocasión de su discurso de fin de año a la Curia Romana.  Recordando su viaje a Inglaterra donde beatificó al gran cardenal inglés vuelve a hablar de la conciencia como piedra angular del pensamiento newmaniano. «La conciencia era la fuerza motriz que impulsaba a Newman en el camino de la conversión. ¿Pero qué se entiende con eso? En el pensamiento moderno, la palabra «conciencia» significa que en materia de moral y de religión, la dimensión subjetiva, el individuo, constituye la última instancia de la decisión. [...] La concepción que Newman tiene de la conciencia es diametralmente opuesta. Para él «conciencia» significa la capacidad de verdad del hombre: la capacidad de reconocer en los ámbitos decisivos de su existencia, religión y moral, una verdad, la verdad. La conciencia, la capacidad del hombre para reconocer la verdad, le impone al mismo tiempo el deber de encaminarse hacia la verdad, de buscarla y de someterse a ella allí donde la encuentre. Conciencia es capacidad de verdad y obediencia en relación con la verdad, que se muestra al hombre que busca con corazón abierto.»  (Discurso a la curia Romana, diciembre 2010)

Siguiendo a Newman, vemos que Benedicto XVI afirma que conciencia es capacidad de reconocer la verdad y obedecer en relación a esta verdad.  Dicho de otro modo, hay una instancia objetiva, la de la verdad, frente a la cual el individuo debe obedecer.

Y ya no debería sorprendernos si nuevamente ata esta idea a la autoridad papal: «Para sostener la identidad entre el concepto que Newman tenía de conciencia y la moderna comprensión subjetiva de la conciencia, se suele hacer referencia a aquellas palabras suyas, según las cuales – en el caso de tener que pronunciar un brindis –, él habría brindando antes por la conciencia y después por el Papa. Pero en esta afirmación, «conciencia» no significa la obligatoriedad última de la intuición subjetiva. Es expresión del carácter accesible y de la fuerza vinculante de la verdad: en esto se funda su primado. Al Papa se le puede dedicar el segundo brindis, porque su tarea es exigir obediencia con respecto a la verdad. » (ibid)

Si el Papa, con la autoridad consignada por el ministerio petrino, puede pedir obediencia en determinadas cuestiones porque su tarea es exigir obediencia con respecto a la verdad, cuanto más el propio Obispo de Roma debe obedecer a la verdad que se le impone desde su propia conciencia.  

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 * el tema y sus contenidos me fueron sugeridos por "el Areopagita"



lunes, 25 de febrero de 2013

HOY

Escribo estas primeras líneas rodeada de los miles de libros de mi biblioteca. Hay muchos ejemplares que no he leído.  A veces descubro libros que no sabía que tenía. Y frecuentemente olvido lo que leo.  Entonces, ¿para que añadir más palabras al éter?  ¿Acaso escribir no es una pasión inútil? ¿Qué puedo agregar de valor a las miles de millones de palabras que se escriben por día?

 Escribo para ayudar-me a reflexionar y sobre todo a re-cordar, que no es otra cosa que pasar de nuevo por el corazón lo que me parece importante.  Con el objetivo de que esas cosas que escribo se encarnen en mi y me ayuden a ser mejor persona.

¿Qué me guía?  Soy una incansable buscadora de la VERDAD, y la busco en aquel que nos dijo:  Yo soy el camino, LA VERDAD, y la vida. (Jn 14,6). La busco incansablemente en todo lo que es, uno, verdadero, bueno y bello.

Amable lector, si te parece que lo que escribo puede ayudarte a pensar, entonces te invito a  acompañarme.